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miércoles, 22 de febrero de 2012

La diadema de la luz: Capitulo 1

Esta es mi primera historia con personajes de la saga crepúsculo  Trata de una chica que descubre que en realidad es una bruja, como lo fue su abuela antaño y hereda un objeto muy poderoso llamado la diadema de la luz pero antes tendrá que encontrarlo. La historia es contada por Alice y contiene trazos de la serie televisiva charmed(embrujadas) y en ella saldrá la pareja Alice-Jasper aunque él no sale hasta capítulos más adelante y al principio no estarán juntos. Bueno, dejo el primer capitulo, se agradece comentarios y está registrada en safe creative ¡no al plagio!




Capítulo 1: El sueño

La luz se apagaba poco a poco, a medida que afuera el sol era ocultado por una luna que parecía cada vez más dispuesta a esconder el día. Era un día de eclipse solar y muy especial porque ese día, era el momento y como parte de la preparación el eclipse durará más tiempo que cualquier eclipse conocido, gracias a un poder muy útil, algo que poseía desde mi nacimiento, la magia.

Me hallaba en una habitación de cortinas oscuras que contribuían a oscurecer la estancia según la luz iba disminuyendo progresivamente logrando un efecto de luces y sombras nunca visto. Llevaba un vestido azul de tirantes largo y holgado con escote e iba maquillada y arreglada especialmente para la ocasión. Hoy era un día especial, mi día y el más importante de mi vida.
De pronto se oyeron unos golpes y la puerta se abrió ligeramente dejando entrever algo de luz, pero apenas tuve tiempo de notarla cuando de repente la luz de mi habitación se encendió y una voz anunció.
—Querida, el sol ya se ha oscurecido, es la hora ¿Estás lista?—la voz provenía de un hombre alto de pelo corto castaño que sostenía un pequeño bebe en sus brazos, mi marido.
—Sí, ¿cómo está mi pequeña Anne?—dije.
—Muy bien, aún duerme pero su nombre es Esme—me contestó el.
—Y Anne. Lo decidimos juntos, ¿recuerdas?—argumenté yo.
—Si pero creo que le gusta más Esme. Oh, mira se ha despertado—dijo entonces él.
—En serio—Me acerqué a él y al bebe y le pregunté mirándola con dulzura. — ¿En serio?, ¿te gusta más Esme?—mi hija me miró con sus ojos marrones y sonrió. —Pues entonces Esme, pero solo porque lo quieres tú—ella sonrió y se rió alegre. Nos quedamos mirándola muy contentos, ella era nuestro pequeño tesoro.

—Nathalie, es la hora—la voz de una chica nos sacó de nuestra ensoñación, iba encapuchada.
—Sí, si ya voy—dije y la chica se fue, por lo que me giré hacia mi marido y esté me dio un beso en la mejilla y dijo como despedida:
—Suerte, yo y nuestra pequeña Esme te estaremos esperando abajo—y se fue con mi hija, sonreí tan alegre que di un pequeño salto muy tonto, no podía caber en si de dicha, después de todo lo que había por fin la tenía conmigo y todo estaba alegre y luego de este evento, todo estaría en paz y harmonía otra vez.
Los acordes de una música alegre empezaron a sonar, rápidamente salí afuera, el paisaje ya se había oscurecido y el eclipse estaba en toda su plenitud, todos mis amigos y familiares estaban ahí callados esperando el fenómeno, entonces la chica encapuchada se me acercó sosteniendo en sus manos la única luz de aquella sala.  Se trataba de una luz intensa, luminosa, clara y única que provenía de un objeto, una diadema brillante y especial. La diadema de la luz.
Sonreí a la vista de mi legítima reliquia que atraía todas las miradas, la mía incluida, era el momento, me agaché y dejé que la chica la colocara en mi cabeza pero entonces sucedió algo inesperado.
Antes de que me diera tiempo de levantarme  y pronunciar al fin las palabras de aquel hechizo tan esperado algo me alcanzó e hizo que me cayera al suelo, cayéndome la diadema.
Me debilitaba por momentos pero aún conservaba bastante vista y pude ver con unas manos recogían la diadema pero antes de que aquella persona pudiese disfrutar de su éxito alguien gritó:

— ¡No!—la voz provenía de un chico que inmediatamente se lanzó contra ella, era mi guardián y el protector de la diadema, todo fue muy rápido, la diadema fue soltada siendo lanzada para aterrizar en el suelo, a medida que su luz iba desapareciendo y mi guardián y aquella persona empezaron a forcejear pero mientras tanto la única pendiente de la diadema era yo y no podía moverme, porque estaba demasiado débil, sentía que me iba.
Finalmente la luz se extinguió y la diadema desapareció, fue entonces cuando todos parecieron darse cuenta de mi estado, se escuchaban voces llamándome preocupados pero era demasiado tarde, me debilitaba, cada vez oía y veía menos, era el fin.
—Nat…No—escuché un sollozó y todo se volvió negro….


Me desperté muy asustada, llevaba días teniendo esta pesadilla tan extraña, en la que soñaba con aquella mujer que no era yo pero que se me parecía mucho y la verdad es que me daban escalofríos solo de recordarla, sobre todo el final cuando la mataban y perdía ese objeto por el que tanto había luchado.
Pero no entendía el porqué de esos sueños y esa mujer se me parecía tanto….Intrigada busqué por toda mi habitación las fotos de mi familia  ver si encontraba aquella mujer y entonces la vi.
Era una fotografía con un marco de madera de una pareja y un bebe, el hombre y la mujer de mi sueño y aquella niña, él bebe. Miré la foto y al acercarme más recordé como había llegado esa foto a mis manos, mi madre Esme me la había regalado cuando yo le pregunté por mi abuela que había muerto antes de que la conociera. Alejé mi mirada de  la foto, en ningún momento había reparado en que mi abuela y yo nos parecíamos demasiado pero los sueños me habían abierto los ojos y era un hecho curioso, como también el de que mi sueño se situaba el día justo de la muerte de mi abuela pero por un accidente no por lo que sea que ocurría en mi sueño.
Incapaz de encontrar la razón de estos sueños me giré hacia la foto y dije:
— ¿Tú no sabrás por qué sueño contigo verdad?—
—Naturalmente que lo sé cariño—dijo una voz tras de mí, me giré y me encontré cara a cara con aquella mujer.
— ¿A- Abuela?—
—Sí, soy yo. Escúchame, apenas tengo tiempo. Alice, yo nunca fui una mujer normal, ahora lo sabes. Soy una hechicera y la portadora de la diadema de la luz sé que esto es extraño pero es la pura verdad. El mundo que conoces está en peligro y únicamente encontrando y protegiendo la diadema podrás salvarlo. Eres mi nieta y la heredera de mis poderes y mi legado, ahora todo reposa en tus manos, querida—
—Pero, no entiendo, Tú estabas… ¿Cómo?—unos golpes a la puerta nos interrumpieron de repente y mi abuela comenzó a desvanecerse.
—Busca en tus sueños, estos contienen la clave—dijo ella antes de desvanecerse y entonces la puerta de mi cuarto se abrió y mi hermano Emmet asomó la cabeza por ella divertido:
— ¿Qué hermanita, hablando sola?—inquirió con una sonrisa burlona Emmet.
—No, hablaba con la abuela, ¿no la has oído? —
—Hermanita, la abuela murió hace años—me quedé callada, bien sabía que mi abuela había muerto hace años de un accidente de coche pero esa aparición me había dejado chocada, parecía tan real…

La risa divertida de mi hermano me hizo volver a la realidad, le lancé un cojín que atrapó fácilmente sin dejar de reírse.
— ¡No te rías!, va en serio yo…. — vacilé, ¿podía contarle eso a él? La verdad necesitaba confesárselo a alguien pero mi hermano no era una persona seria precisamente—Yo—comencé pero entonces oí el grito de mi madre.
—Hijos, hora de levantarse tenéis que desayunar o vais  llegar tarde a clase—Solté un suspiro mientras mi hermano salía disparado hacia su habitación, a mis padres no le gustaba que entrara en mi habitación, al menos desde que los dos ya no éramos niños. No me costaba entenderlo ya que éramos un chico y una chica pero en ningún momento me había sentido atraída hacia él y no iba a empezar ahora por lo cual lo veía innecesario.
Solté un bostezo inesperado mientras me preparaba, estas pesadillas se estaban volviendo muy preocupantes, quizás debería hablar con mi madre, puede que esta me ayudara, al ser hija de mi abuela. Además ahora que me acuerdo creo que ella también aparecía en mi sueño… ¿No era aquel bebé que la abuela y el abuelo miraban con adoración?
Seguí preparándome para bajar a desayunar y luego irme al instituto, esperaba que mi hermano no mencionara para nada que me había oído hablar sola, si lo hiciera mis padres me preguntarían y yo tendría que contarles todo y la verdad es que este no era mejor momento para eso. Prefería esperar a estar con mi madre a solas.
Además, todo había sido muy rápido y aunque estaba perfectamente despierta cuando escuché hablar a mi abuela interiormente había detalles como el que mi hermano no oyera a nadie más que a mí que me hacían dudar de que aquello había pasado. ¿Y si no era más que una alucinación? A lo mejor me estaba volviendo loca y todo; aunque yo diría que estoy muy cuerda…

— ¿Alice, no vienes a desayunar, hija?— El gritó de mi madre me sacó de mis pensamientos haciéndome darme cuenta de que llevaba un buen rato en mi habitación sin hacer nada.
— Si; ahora voy mamá— Bajé corriendo las escaleras desde mi habitación hasta la cocina. Mi madre, Esme Cullen es una mujer encantadora de pelo castaño unos tonos más claros que el mio largo y ondulado y ojos verdes mientras que mi pelo es corto castaño oscuro y mis ojos son marrones como los de mi abuela, Nathalie. Las dos somos menudas pero tampoco es para tanto y usando tacones altos apenas se nota.
Cuando llegué abajo mi hermano estaba desayunando tortitas acompañadas de un café con leche. Mi hermano tiene el pelo corto, rubio, más tirando a mi padre pero más oscuro y los ojos azules igual que los de mi padre. También es muy alto y en estos últimos años ha adquirido bastante musculatura, sobre todo desde que es miembro del equipo de fútbol de mi instituto y se entrena muy a menudo.
Aparte de mi hermano, abajo también esta mi madre; en realidad, solo faltaba mi padre, Carlisle, de pelo rubio liso corto y ojos azules.
— ¡Hola a Todos!—saludé—perdona, mamá pero estaba buscando una cosa—dije como escusa.
— Podrías haberme avisado, te habría ayudado a buscar. Siéntate, aún quedan tortitas, ¿Te sirvo algunas?—me contestó mi madre; la verdad me sorprendí un poco porque quedaran algunas, mi hermano siempre suele comer mucho y le encantan las tortitas.
—  Si, mamá—dije y me sirvió unas pocas junto con un café y zumo; desayuno completo— ¿Y papá?—pregunté antes de empezar a comer.
— Se ha ido a trabajar hace unos segundos—informó ella, mi padre es médico y trabaja en uno de los hospitales más prestigiosos de la ciudad en donde vivimos toda la familia.
Durante el desayuno mi hermano estuvo a punto de mencionar lo que le había dicho de mi abuela pero le indiqué con una mirada que no lo hiciera, acabamos de desayunar y después de despedirnos de nuestra madre, nos fuimos caminando al instituto.

— A ver cuéntame, ¿Qué es eso de que hablaste con la abuela?—me preguntó por el camino, su tono no era burlón como esperaba sino serio e interesado. ¿Es que acaso al final me creía? De todos modos no me apetecía hablar de aquello; aún no terminaba de creerlo.
— Pues si, Em, hablé con ella. ¿De verdad no la oíste?—mi hermano negó con la cabeza. —Pues es raro yo juraría que…—
— No, si te creo. Solo quiero que me cuentes como pasó, ¿que te dijo?—me interrumpió él.
— Pues, acababa de soñar con ella otra vez y—comencé a explicar pero fui interrumpida otra vez— ¿El mismo sueño?—asentí tímidamente, mi hermano sabía lo de mis pesadillas; al principio había querido ocultarlas pero con el paso del tiempo y el hecho de que cada vez se me notaba más que dormía poco; mi hermano consiguió sonsacármelo aunque él tampoco había alcanzado a adivinar la razón de éstas. Solo eran sueños y ya se me pasarían, decía él siempre aunque admitía que esto se estaba poniendo preocupante.
— Pues eso que acabé de tener el sueño pero ésta vez lo vi todo nítido y claro y reparé en que aquella mujer se me parecía un poco; entonces al despertarme y recordarlo miré las fotos familiares y encontré la de mi abuela y era idéntica a ella. Luego pues...—Decidí cambiar un poco la versión para que él no pensara realmente que hablo sola, así daría más credibilidad a mi relato. —me puse a pensar en porque soñaba con ella y entonces ella apareció tal como—me paré porque tuve la sensación de que ya no me escuchaba y en efecto, se había quedado absorto mirando a un punto fijo que desde luego no era a mí.
— ¿Emmet?, ¿Me escuchas?—dije elevando un poco la voz mientras pasaba la mano por delante de su rostro para sacarlo de su ensimismamiento.
— ¡Coño! ¿Esa es Rosalie Swan?—preguntó mi hermano con un tono que era una mezcla entre admiración y sorpresa. Me giré para ver hacia donde estaba mirando y pude ver a una chica alta rubia, de pelo largo y ondulado y ojos azules que parecía una modelo. Aunque mí mirada enseguida se apartó al ver a la chica que le acompañaba caminando como si fuera la reina del mundo. Lauren.

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